El cinturón, la adrenalina y la delincuencia
Por Ralph Welsh, Ph.D.
Traducción por Lorena Conzelmann
La conducta delictiva parece desarrollarse de la siguiente manera: Entre los dos y tres años que son sometidos a sus primeras pruebas del cinturón, las reacciones parecen ser uno de las confuciones y desconciertos. El nivel de adrenalina en el niño se mantiene alto con castigos frecuentes y por el tiempo que entran a la escuela, vuela literalmente alrededor del cuarto y se ve como un niño hiperactivo o "emocionalmente inmaduro."La escuela llama al padre repetidamente diciendo que el niño tiene un problema de la conducta, y al niño se le aplican palizas más fuertes que antes. Mientras que el niño puede de vez en cuando revelarse o huir de alguna manera, parece ser un período de latencia hasta que el niño se resigne a su destino. Reaccionaria en maneras tan pasivo-agresivas como negarse a hacer su trabajo de la escuela, mojar la cama, o ser una molestia general, pero la delincuencia no deja ver esta féa realidad hasta que el niño está de 11, 12 o 13 años.

La mayoría de padres de delincuentes me dicen que no tenían problemas con su niño hasta que estaba de 12 o 13 años. No coincidencialmente, los padres parecen haber dejado de pegar a sus niños a la edad de 13 años ó cuando el niño dice, "Si me pegas una vez más, yo te pegaré también."

Unusualmente el alto nivel de adrenalina se encuentra en sociópatas en prisión, todavía no parecen responder al rendimiento aproximado de la adrenalina. Ellos parecen haber aprendido a no responder al miedo. En laboratorio las pruebas de aprendizaje tuvieron un pobre rendimiento ya que lo hacián bajo condiciones de castigo aunque respondian así como normales pero con la contingencia del premio.¿Estaban ellos deficiente de constitución? ó ¿estaban ellos entrenados a responder antes?

Niños referidos por la corte y otros referidos de fundaciones benéficas se puede ver el grado de conducta agresiva que pone en correlación con la severidad de castigo que ya tienen recibido.

El Dr. Welsh es un psicólogo clínico que practica en Bridgeport, Connecticut. Una mayor parte de su actividad profesional sobre los años ha sido su trabajo con jóvenes adjudicados por la corte y sus padres.


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